Maestro amigo:
En estos días finalizas un año de trabajo. Un año en el que día a día te has volcado al cumplimiento del deber en la eterna lucha por el avance de la humanidad y en la que a ti te correspondió siempre un puesto en primera fila.
Imagino que muchas veces debes haberte agigantado para vencer la soledad ambiente, para adaptarte a un medio que desconocías, para comprender hechos y problemas que hasta ayer ignorabas y superar situaciones para las cuales no habías sido armado.
Imagino también que muchas veces debes haber analizado tu labor planteándote la interrogante de si fue ella todo lo fecunda que antes de enfrentarla soñaste fuera.
Tal vez encuentres que debiste luchar en el desamparo en que, por desaprensión o ineptitud, te dejaron quienes debieron acercarte apoyo en tu soledad, dirección en los momentos de duda o el reconocimiento a tu obra esforzada y perseverante.
Si así fuera, no olvides que en la vida de las instituciones, igual que en la de los pueblos, se dan momentos de estancamiento y aún de retroceso.
Pero sabemos que ellos son desbordados por seguros avances hacia el progreso y que quienes viven esta verdad superan esperanzados amarguras y dolores que saben transitorios.
¡Feliz de ti maestro, que puedes disfrutar de la satisfacción que da el deber cumplido dignamente!
1961/12/05
Nota: Esta página es copia del borrador guardado por Homero Grillo