María Escondeur Iralde
María Escondeur Iralde nació en Montevideo el 19 de setiembre de 1869.
Fue bautizada en la Iglesia de la Aguada.
Cuando su padre se instaló con comercio en El Caballero María tenía 10 años. Entonces su vida cambió radicalmente, de vivir en la capital del país pasó a hacerlo en la soledad del campo.
Por aquella época la educación en la campaña de Durazno, como en toda la vastedad del medio rural uruguayo, se desarrollaba más que precariamente con un mínimo apoyo oficial.
Habían transcurrido más de dos décadas desde que Palomeque presentara su Informe pero seguía siendo cierta la afirmación que él realizara en 1855: “Cuando se habla de educación en la campaña o se dice mentira o se inicia una farsa”.
Varela recién comenzaba a dar a conocer una realidad que la capital ignoraba.
Cuando los Escondeur Iralde se instalaron en el campo existía una sola Escuela Rural para cubrir las necesidades educativas de todo el extenso paraje de El Caballero. En ella la inscripción no alcanzaba a una veintena de alumnos de los cuales concurrían promedialmente unos nueve. Al frente de esta escuela había un maestro “sin diploma”. (Documento del Inspector de Durazno. Año 1878)
No es extraño que los Escondeur Iralde buscaran para María un establecimiento privado en la ciudad donde completar su educación interrumpida al trasladarse a vivir al campo.
El Colegio de las señoritas Crixel
Cuando María cumplió 12 años la inscribieron en el colegio que tenían las Señoritas Crixell en la ciudad de Durazno.
Hemos encontrado escasos datos sobre esta escuela.
Dos años antes que la madre de Homero Grillo ingresara a este colegio su responsable, Srta. Josefa Crixel, respondía a la solicitud de informes que realizara el Inspector de Escuelas a todas los establecimientos educativos del Departamento en los términos que se transcriben en el documento que se encuentra en otro apartado.
María Escondeur concurrió a este colegio durante tres años pero no lo hizo en forma regular. En 1881 asistió dos meses, siete en 1882 y dos en 1883. Cuando la familia se trasladó al Paso de Porrúa tuvo que abandonarlo definitivamente.
Sin embargo esta etapa de su vida constituyó un referente y las señoritas Crixel y sus enseñanzas la acompañaron permanentemente.
Hemos podido ver un cuaderno de esa época que María dio en custodia a su hijo Blademiro.
En la tapa de esta especie de carpeta se consignaba con letra inglesa complementada con profusión de adornos que hacen casi ilegible la escritura:
“Colegio …..Durazno
Recuerdo a mi Papá
Año escolar de 1882
M. E.
En el interior de dicho cuaderno se alternaban ejercicios de caligrafía con letra inglesa gruesa, letra inglesa media y letra inglesa fina.
La práctica de la letra inglesa gruesa se realizaba repitiendo nombres propios, la de las restantes se hacían en base a la copia de sentencias cuyo contenido apuntaba a alejar a las alumnas de la pereza, de la codicia, de la falta de respeto, en una palabra, todas ellas eran de carácter moralizante.
Se presentaban también algunas páginas sobre religión, algo de gramática y de matemáticas.
Se trabajaba mucho con monedas de la época: el soberano español, el cóndor, el águila, los francos, las libras esterlinas y con las medidas antiguas, la braza, el pie, la vara, la cuadra, la pulgada.
Indudablemente el objetivo fundamental del programa que desarrollaba este colegio era formar buenas amas de casa lo que explica que la carga horaria mayor se dedicara a las labores domésticas, muy particularmente la costura y el bordado. En esta área la enseñanza cubría la más completa gama de actividades.
El matrimonio Grillo Escondeur
María Escondeur se enamoró de su futuro esposo siendo aún una adolescente. Él era ocho años mayor y estaba muy lejos de su cabeza el “poner los ojos” en una muchachita a quien veía como una niña. Pero el paso del tiempo determinó que los mandatos de su corazón fueran mucho más poderosos que sus razonamientos de hombre que, con pocos años, había vivido mucho.
Se casaron en Palmar de Porrúa, 11ª Sección Judicial de Río Negro, el 19 de mayo de 1890.
Luego de casarse, la vida de María Escondeur siguió los carriles comunes a todas las esposas y madres de su época: el nacimiento de los hijos uno tras otro, las alegrías y las inquietudes cotidianas de una familia numerosa, las tareas del hogar en medio del campo.
A eso se agregaba como particularidad las actividades que determinaba el movimiento constante que suponía el ir y venir de la balsa con la llegada sucesiva de viajeros, algunos sumamente interesantes y el día a día del comercio con las zozobras de la inestable vida de nuestra patria por aquellos tiempos.
La etapa campesina de la familia Grillo Escondeur era evocada como un tiempo especialmente feliz en el que la unión y el afecto ayudaron a superar los múltiples dolores que se sucedieron con el correr de los días para una familia numerosa radicada en la más absoluta soledad de nuestro campo.