Cuando visitamos el Centro Educativo de Capacitación Rural nos encontramos con alumnos procedentes de tres escuelas llegadas de localidades diferentes.
Había niños de la Escuela Rural Nº 55 de costas del arroyo San Ignacio acompañados por la Maestra Catherine Silva.
Otro grupo había llegado de Pueblo Garzón, de la Escuela Nº 16, junto con la Maestra Silvia Orce.
Completaban la pasantía alumnos de la Escuela Rural Nº 43 de Izcua con la Maestra Gladys Rodríguez.
Los escolares formaban un grupo heterogéneo, había niños de cuatro años y de edades intermedias hasta los once años.
Pese a esa variada gama, las actividades se llevaban adelante en forma perfectamente coordinada cumpliéndose algunas con todos los visitantes, diversificándolas cuando era necesario.
La hora de la merienda, supervisada por todas las docentes, fue una buena oportunidad para afirmar hábitos de buena educación y confraternidad.
Observamos que en el Centro los niños aprenden a bastarse a sí mismos y a prestarse ayuda cuando las circunstancias lo requieren. Pese a proceder de lugares diferentes existía entre todos una fuerte camaradería.
La recorrida por el predio, la visita a los distintos grupos de animales, al sombráculo y a la huerta se hacía con todos los escolares.
Lo que más llamó la atención de los niños fueron los conejitos recién nacidos.
Los niños más pequeños se encargaron de alimentar a las gallinas y de recoger los huevos.
Los más grandes fueron a la cocina y prepararon galletitas para disfrutar con la merienda.
Luego del almuerzo los alumnos más pequeños permanecieron en el Centro cumpliendo actividades de recreación.
Los mayores realizaron una excursión a la playa que tiene la particularidad de estar cubierta de cantos rodados.
En el invernáculo y en el sombráculo los pasantes trabajan en el cuidado de hierbas aromáticas y medicinales.
Algunos equipos se encargan de seleccionar las semillas de esas plantas que posteriormente los alumnos llevan a sus escuelas. Otros, se ocupan de realizar el secado de hojas en el deshidratador solar.
También cultivan hortalizas que posteriormente se utilizan en la preparación de alimentos que todos comparten y disfrutan.
Cuando los niños dejan el Centro no sólo se llevan un rico acervo de conocimientos novedosos y de experiencias, sino que además son portadores de materiales que servirán para nuevos aprendizajes cuando lleguen a sus escuelas.
Algunos grupos llevan gazapos, lechones, gansos u otras crías de los animales que hay en el CECRU. De esta manera pueden iniciar, en sus escuelas o en las zonas donde se asientan sus hogares, nuevas explotaciones.