Nuestro oficio pasa a ser, a ojos de los profanos, simple tarea de abnegación y sacrificio. Y tal vez lo sea para aquellos que se alejaron ya de los motivos humildes y elementales.
Porque ser maestro rural implica la capacidad de alcanzar la emoción de las cosas sencillas.
Porque, junto a las satisfacciones que todo educador recoge en su labor, nosotros sabemos de goces que tocan a lo que tiene de más generoso el espíritu humano.
Es nuestro el privilegio de llegar, con amor, a la clara hondura del alma campesina.
El trabajo es nuestro y tenemos el derecho a sentirnos dueños de él porque lo creamos cada día.
¿Qué mayor satisfacción para quienes hemos elegido la misión de educar, que comprobar que en el alma del niño, del joven, de la mujer o del hombre que más necesita de nosotros, nace una esperanza porque hemos ayudado a lograr otra idea de la vida y de las gentes?
Nuestro oficio es el más hermoso de todos.
Porque así lo sentimos.
Homero Grillo